El DGP es una técnica complementaria que puede realizarse después de una FIV o ICSI, pero no es posible después de una IA. Su finalidad es detectar la existencia de anomalías genéticas en el embrión.
Para llevarlo a cabo, es necesario extraer una célula del embrión cuando éste cuenta con unas ocho células. De esta manera, no se ve comprometida la viabilidad del embrión.
Una vez recibidos los resultados del análisis, se seleccionan los embriones genéticamente sanos para la transferencia y se descarta el resto. Normalmente, la transferencia de estos embriones tiene lugar en día cinco de desarrollo porque hay que esperar a los resultados.
Aquellos embriones sin alteraciones cromosómicas que no son transferidos, se pueden vitrificar para su uso en un futuro.