Cuando una pareja enfrenta dificultades para lograr el embarazo a pesar de mantener relaciones sexuales frecuentes sin protección, puede estar experimentando fallos de implantación embrionaria. La confirmación de este problema generalmente se obtiene a través de tratamientos de fecundación in vitro (FIV), donde se observa el desarrollo del embrión en el laboratorio y se verifica su posterior transferencia al útero de la mujer.

La implantación embrionaria es un proceso crucial que implica la adhesión del embrión a la pared interna del útero, conocida como endometrio. Este fenómeno ocurre durante la ventana de implantación, alrededor de 6 o 7 días después de la fecundación, y es fundamental para el establecimiento de un embarazo.

Cuando hablamos de fallo de implantación, nos referimos a situaciones en las que una paciente no logra el embarazo después de múltiples ciclos de FIV con óvulos propios o con ovodonación. Esto se considera cuando se han transferido embriones de buena calidad, no hay problemas técnicos evidentes durante la transferencia y el útero no presenta complicaciones evidentes.

Las causas del fallo de implantación pueden ser diversas, incluyendo problemas embrionarios, uterinos o sistémicos. Entre las causas embrionarias se encuentran alteraciones genéticas en el embrión o en los gametos de los padres. Las causas uterinas pueden incluir infecciones crónicas, pólipos o alteraciones en la ventana de implantación. A nivel sistémico, problemas como trombofilias o trastornos del sistema inmunológico también pueden influir.

Para abordar el fallo de implantación, se pueden considerar diversas soluciones. Entre ellas, se destaca el cultivo largo hasta blastocisto, que permite una mejor selección embrionaria. Además, el Diagnóstico Genético Preimplantacional (DGP) puede ayudar a seleccionar embriones sanos, especialmente en mujeres de edad avanzada. Otros enfoques incluyen tratamientos con heparina para mujeres con trombofilia, pruebas de receptividad endometrial (ERA) para evaluar el estado del endometrio, y la eclosión asistida para facilitar la salida del embrión.

En resumen, el abordaje del fallo de implantación embrionaria implica un enfoque integral, considerando factores embrionarios, uterinos y sistémicos, para aumentar las posibilidades de éxito en los tratamientos de reproducción asistida.