La placenta previa es una complicación durante el embarazo que ocurre cuando la placenta, el órgano materno-fetal que se desarrolla durante el embarazo, crece en la parte más baja del útero, cubriendo total o parcialmente la abertura del cuello uterino. Durante el primer trimestre, es normal que la placenta se encuentre en la parte inferior del útero, pero a medida que avanza la gestación, debería desplazarse hacia la parte superior para permitir un parto normal. Existen varios tipos de placenta previa, que varían en la medida en que la placenta obstruye la abertura cervical:

  • Placenta de inserción baja: La placenta se encuentra en el segmento inferior del útero, pero no llega a la abertura cervical.
  • Placenta previa marginal: La placenta está al lado del cuello uterino, pero no cubre la abertura.
  • Placenta previa parcial: La placenta cubre parte de la abertura cervical.
  • Placenta previa total: La placenta cubre toda la abertura cervical (también conocida como placenta previa oclusiva).

Algunos factores de riesgo para desarrollar placenta previa incluyen malformaciones uterinas, embarazo gemelar o múltiple, historial de varios embarazos, corto tiempo entre dos partos, parto previo por cesárea, cicatrices uterinas por abortos o cirugías previas, edad materna avanzada, y el consumo de tabaco o cocaína.

La placenta previa se diagnostica mediante ecografía, y si se detecta antes del tercer trimestre, existe la posibilidad de que la placenta se desplace a medida que el útero crece. Los síntomas más comunes ocurren después de las 20 semanas e incluyen hemorragia vaginal indolora de sangre roja brillante.

El tratamiento depende de la gravedad de la placenta previa y la intensidad del sangrado. En casos leves con placenta baja o marginal, se puede recomendar reposo absoluto. Para sangrados más intensos con placenta parcial o total, la hospitalización puede ser necesaria, junto con transfusiones de sangre. La decisión sobre el tipo de parto dependerá del tipo y gravedad de la placenta previa, pero en muchos casos se programa una cesárea, especialmente si hay riesgo de sangrado intenso que podría poner en peligro tanto a la madre como al bebé. En general, se evita que el embarazo llegue a término completo debido a los riesgos asociados con la placenta previa.